011 4806 1119

Pacheco de Melo 1827, P.5º

C.A.B.A. | Argentina

Testimonio. Renacer después del pánico

Todo empezó a los 18 años, casi al finalizar la escuela secundaria. En medio de una clase, empecé a sentir sudoración en las manos, mareos, taquicardia; no entendía qué me estaba pasando. Me pasaron a buscar y al llegar a mi casa pensamos que había sido baja presión.

Pasó un tiempo y volví a tener los mismos síntomas de aquella vez, pero se fueron repitiendo varias veces a la semana.

No podía caminar sola, ni viajar en subte ni tren. Siempre pedía que me acompañaran por si me descomponía. Mi sensación era de muerte o miedo a volverme loca. No entendía qué me estaba pasando y daba excusas como baja presión o anemia, ya que pensaba que nadie iba a poder entenderme.

Me casé, algún tiempo anduve bien, hasta que volvieron los síntomas en un supermercado y me limité tanto que sólo iba a trabajar en remise o taxi, regresaba a mi casa muy agotada y me acostaba hasta el otro día. Tuve un hijo, durante el embarazo desaparecieron los síntomas pero al poco tiempo se repitieron.
Me privé de llevar a mi hijo a una plaza, shopping o caminar junto a él, esa función la tomó el padre y muchas veces mi madre.

Me sentía mal, frustrada por la impotencia de no ser una madre como las demás, de sentirme cuestionada por mi hijo y no saber qué decirle.
Me limité tanto que ya no iba ni a la esquina de mi casa a comprar, tenía que pedirle a otra persona, incluso a mi hijo, que lo hiciera.

Ante esta situación desesperante, recurrí a especialistas como cardiólogos, oftalmólogos, hematólogos, pero ninguno encontró alguna patología. Esto me hacía asustar y desesperar más, ya que no podía entender qué me sucedía.

Recurrí a ayudas sicológicas y psiquiátricas; durante algún tiempo mejoraba pero luego volvían los síntomas.

Un día una persona me comentó que había una fundación donde trabajaban sobre estos temas y otros más. Tardé un tiempo en decidirme, ya que había perdido toda esperanza de recuperación, hasta que fui a una charla abierta y me sentí totalmente identificada con las explicaciones de los profesionales y los testimonios de personas que habían padecido lo mismo que yo.

Inmediatamente, comencé a tratarme, me hicieron una serie de estudios médicos y sicológicos. Luego el Dr. Carrión me dio el diagnóstico, padecía agorafobia. Comencé a ir los sábados acompañada por un familiar o allegados a mí, a un bar donde se reunían personas en mi estado ahí fui ayudada por coordinadores quienes me exponían a lugares donde nunca hubiera podido ir sola. También hice una terapia de grupo con el Lic. Gustavo Bustamante que me benefició mucho.

Comencé mi tratamiento en mayo de 2005 y al mes ya me empecé a sentir mejor, más segura, ya no me acompañaba nadie al bar, iba al mismo y volvía de la exposición sola. Comencé a hacer este tipo de exposiciones en la semana totalmente sola, caminé por calles y avenidas, viajé en tren, subte y colectivo totalmente sola y sin miedos ni síntomas.

Actualmente, me siento otra persona, «renací» ya que, como si fuera una criatura, aprendí nuevamente a caminar por la calle, a viajar en cualquier medio, a ir a los supermercados, al banco, acompaño a mi hijo donde él necesite, etc. Ya no tomo taxis ni remises, sólo lo hago si estoy apurada o por motivos que nada tienen que ver con los miedos.

Estoy muy feliz, mejoré mi calidad de vida totalmente y hoy puedo decir que coordino grupos de personas que estaban como yo, en el mismo bar donde iba con muchas esperanzas de mejorar, siento que ese «fantasma» desapareció de mi vida, desperté de una larga «pesadilla» que duró desde los 18 a los 40 años.

Por último, no tengo palabras para agradecerle a cada miembro de la fundación, al Dr. Carrión, al Lic. Bustamante y al grupo de coordinadores. Todos lograron que despertara de ese mal sueño y ahora como coordinadora -formada por un curso dictado por los profesionales mencionados- trato de ayudar a personas que sufren lo que yo padecí.

Gracias a todo «El Fobia Club»!!!

Alicia Sodor.